
La Comunidad está formada por los adolescentes y jóvenes desde los 12 a los 17-18 años, que cursan desde 1º de la ESO hasta 2º de Bachillerato.
El ritmo diario es intenso pero equilibrado: las clases marcan la mañana en el instituto Hernán Pérez del Pulgar, y la tarde se orienta hacia el estudio, el deporte y la convivencia. Al inicio y al fin de la jornada, la oración y la Eucaristía SON tiempo del encuentro alegre con Jesucristo que dan sentido a esta.
El fin de semana también se aprovecha: además del estudio y del deporte está la catequesis (los de 4º E.S.O. se preparan para recibir el sacramento de la Confirmación). Hay también diversos talleres, películas y tiempo libre. Hay que destacar la participación en los villancicos del Festival de Navidad y la puesta en escena de una obra de teatro que cada año preparan con diferentes objetivos de formación además de querer cautivar al público.
También hay que mencionar las diversas salidas y excursiones con intereses culturales y espirituales, además de la participan en diversos torneos, tales como el Torneo de Fútbol de Primavera de Ciudad Real, de ajedrez y domino, de cartas… lo que favorece el establecer contacto y relación con otros jóvenes de la ciudad.
Los alumnos de Bachillerato salen los fines de semana de pastoral a una pedanía de Ciudad Real llamada Las Casas, conviviendo con su formador y acompañándole en sus tareas. Consideramos que la proximidad a los jóvenes cristianos que viven su fe en las parroquias es un aliento para los seminaristas y a la inversa: quizá también para esos jóvenes suponga un enriquecimiento al verse acompañados de chicos que quieren descubrir y seguir la vocación que Jesús les ofrece.
La espiritualidad no es un capítulo aislado en la vida del seminarista. Por el contrario, se realiza cuidando todas las dimensiones del crecimiento personal: una afectividad sana en la relación con la familia y la convivencia con los compañeros, el esfuerzo intelectual en el estudio, el amor a la Iglesia y el conocimiento de Jesucristo. La formación espiritual armoniza todas estas facetas, animando a los chicos a seguir a Jesucristo y les ayuda a realizar un buen discernimiento vocacional. En este camino, la celebración diaria de la Eucaristía, la oración, el acompañamiento de un padre espiritual y la presencia de los sacerdotes formadores son ayudas para este crecimiento personal cristiano.