Hemos comenzado el curso de Fundamentación con una enriquecedora experiencia de voluntariado en el Cottolengo, situado en el corazón de las Hurdes. El Cottolengo es un centro para disminuidos físicos, psíquicos y también para ancianos; y que es dirigido por la congregación de las Servidoras de Jesús.
Al principio fue sobrecogedor ver la dura realidad de los residentes y mucho más el enfrentarse a las labores que teníamos que desempeñar; aunque poco a poco nos dimos cuenta que el rostro de Cristo se hacía presente en los enfermos. Fue así como decidimos afrontar esta hermosa obra por amor. Durante diez días desarrollamos dicha experiencia teniendo como eje la encíclica Deus Charitas est.
Nosotros junto a nuestro formador nos adaptamos a la vida de las religiosas comenzando cada día con el rezo de laudes y oración personal. Esto demuestra que la acción caritativa de la Iglesia surge de la oración y que no es un activismo sin más. Terminada la oración comenzábamos con las distintas tareas como levantar a los enfermos, asearlos, dar el desayuno … Por la tarde aprovechábamos para descansar un poco y pasear por las Hurdes siguiendo la meditación de nuestro formador a la vez que contemplábamos aquellas hermosas montañas, obra de la creación. Por la noche, tras terminar la jornada y haber rezado completas, teníamos una tertulia en la que nuestro formador nos orientaba, dándonos una serie de pautas para hacer más fructífero el diálogo íntimo con el Señor.
Estos días, sin duda alguna, han sido para nosotros un regalo de Dios, ya que hemos podido conocer de primera mano cómo la Iglesia sufre con aquellos que están apartados de nuestra sociedad por sus deficiencias y cómo está cerca de ellos intentando formar una gran familia, un hogar.