El Seminario Mayor, tras los exámenes de Febrero, para descansar y desconectar del cuatrimestre ha pasado unos días en tierras andaluzas.
Comenzaron con una visita a Montilla donde disfrutaron de un día extraordinario gracias al párroco de la Basílica de San Juan de Ávila D. José Félix y de las personas que permitieron a los seminaristas de Ciudad Real acercarse a conocer la intimidad de S. Juan de Ávila; tanto es así que conocieron su casa, algunas de sus hazañas y acontecimientos cotidianos, los lugares en los que predicó y el pequeño milagro que realizó. A demás, estando allí, coincidieron fortuitamente con 6 seminaristas de propedéutico del Seminario de Toledo.
Después de esta jornada, se dirigieron a Córdoba, en concreto al Seminario Mayor de S. Pelagio, donde pudieron compartir con ellos la estancia y un breve diálogo, un paseo nocturno por la ciudad y, al día siguiente, la misa en la capilla mayor del Seminario y una visita a la Mezquita-Catedral de Córdoba, “alumbrados” por Marcos un diácono estudiante del Seminario.
Posteriormente, pusieron rumbo a Jaén, donde visitaron el Castillo de Santa Catalina, y después se dirigieron al Seminario Diocesano, pudiendo compartir la estancia con los seminaristas y un breve paseo nocturno por la ciudad. Al día siguiente, celebraron misa en la catedral, y acto seguido, veneraron la reliquia de la santa faz de Jesús; y para finalizar visitaron la catedral acompañado por uno de sus canónigos, que lo hizo de forma “amena y divertida”.
Tras la visita a la catedral, se encaminaron hacia Úbeda y Baeza conociendo ambas ciudades, la mano de S. Juan de Ávila por las “escuelas”, algunas de sus Iglesias, la universidad de Baeza y su catedral etc. Y todo gracias a la generosa entrega del párroco del lugar D. Manuel, que quiso acompañarlos y ser su guía, para ayudarles a descubrir la belleza que encierran ambas ciudades; y gracias también a dos diáconos del Seminario Diocesano que estuvieron con los seminaristas de Ciudad Real ayudando a lo largo de la jornada, a pesar de sus tareas pastorales.
Y para finalizar, el domingo compartieron la eucaristía con la comunidad de Almuradiel, que les acogieron con los brazos abiertos; y después disfrutaron del paraje de la Cimbarra, en Aldeaquemada (Jaén), contemplando la maravilla de sus manantiales y cascadas, paseando por sus rutas y “escalando” algunas montañas, admirando así la belleza de la naturaleza creada por Dios para dar gloria a Dios.