El curso Propedéutico (o Fundamentación) es un año introductorio; su finalidad es ayudar en el discernimiento vocacional y establecer cimientos sólidos para la formación sacerdotal. Está situado en el Seminario Mayor, y es previo al sexenio filosófico-teológico.
Se trata de un año no académico, en el que se recibe amplia formación y se realizan amplias y variadas lecturas con la finalidad de preparar para los estudios filosóficos y teológicos, pero el acento no se sitúa en el estudio, sino en el encuentro con Cristo; en realidad podemos identificar otros objetivos que son pilares para la formación:
1. Oración
El ritmo del día queda estructurado por la Liturgia de las Horas, cuyo centro es la celebración de la Eucaristía. A demás hay tiempo para la oración personal. La relación personal con Cristo es la clave de la vocación y el discernimiento, el cual es el segundo objetivo.
2. Discernimiento
La serenidad y recogimiento crean el ambiente adecuado para percibir con más claridad la llamada del Señor y responder libre y confiadamente. La actividad central es la lectura y meditación personal en clave autobiográfica del Evangelio sobre todo, para contrastar y objetivar la experiencia de fe y la vivencia vocacional. El diálogo permanente con el formador, las clases de espiritualidad centradas en el discernimiento espiritual y programa de vida abren y completan el horizonte personal.
3. Formación y valores
Un año para afianzar la estructuración de la personalidad del seminarista, en un clima de serenidad y acogida fraternal con los compañeros. Hay numerosas actividades orientadas a conseguir, por una parte, un mejor conocimiento y aceptación de sí mismo, y por otra, a estimular una sensibilidad para percibir y disfrutar la belleza de la tradición cristiana y del camino sacerdotal. Por otro lado, también se busca el conocimiento de la Diócesis, conociendo su historia y visitando diferentes parroquias, y a sus sacerdotes.
4. Compromisos de caridad
La vivencia de la caridad es otro de los pilares de la formación de Propedéutico. Con ello se pretende que los seminaristas vayan adquiriendo un corazón misericordioso semejante al corazón de Cristo, buen Pastor, que sale al encuentro del que sufre y del necesitado. Para ello se realizan diversas actividades, como la colaboración en una residencia de ancianos, la atención a enfermos o la participación en proyectos de Cáritas Diocesana.