¡Hola hermanos! Mi nombre es Pedro Julián, tengo 29 años, soy de Ballesteros de Calatrava y estoy cursando quinto de Teología.
La vocación es el mayor regalo que Dios nos hace y en la respuesta a esa llamada está la clave de la felicidad, por ello, con mucha alegría, os voy a contar brevemente mi relato vocacional.
Dios, desde el primer momento, ha tocado mi corazón a través de mi familia, especialmente mis abuelos. Mi abuela Isabel me enseñó a rezar y mi abuela Visitación, junto con mi abuelo Fernando, me enseñaron la importancia de ir a misa.
Ya en mi juventud, con la llegada de los seminaristas a mi pueblo, mi fe recibió un impulso importante. Una noche con los jóvenes de catequesis, viendo la película de la vida de san Juan Pablo II, de forma espontánea dije: «Creo que Dios quiere que sea cura». A raíz de esa afirmación, comencé a pensar por qué dije eso y cuál era la vocación que Dios quería para mí.
Fui rezándolo con respeto y algo de temor, ya que me daba miedo pensar que Dios me quería para servirle en el sacerdocio, pero el Jueves Santo, ante el monumento, Dios cambió todos mis planes. Sentí una mayor presencia de Él, que me invitaba e impulsaba a responder sí.
Después de estos inicios, mi vocación ha pasado por diversos momentos, en todos ellos he sentido el amor y la misericordia que Dios nos tiene. ¡Un abrazo a todos!